Hace unos días me ocurrió algo muy excitante en la oficina.
Muchas veces me quedo a última hora para dejar el trabajo adelantado, y aquel
día parecía ser como otro cualquiera, pero no fue así.
Me encontraba en la habitación donde guardamos los archivadores
y estaba buscando una carpeta de clientes que mi jefe parecía haber extraviado.
Allí envuelta de papeles por todos lados y de archivadores metálicos, no me di
cuenta de que no era la única que quedaba en la oficina.
Tras más de media hora buscando, por fin logré encontrar lo
que buscaba, salí de la sección y me dirigí a la máquina de café, necesitaba un
poco de cafeína. Para llegar a ella tengo que pasar por el salón central, donde
se encuentran la mayoría de los ordenadores que usan mis compañeros, para
dirigir las transacciones y demás tareas.
En primera instancia no me di cuenta, pero cuando volvía, ya
camino del despacho del jefe y café en mano, por el rabillo del ojo pude ver
una figura entre las sombras. Casi dejé caer el vaso al suelo por el susto, me
quedé inmóvil tratando de averiguar que era y cuando me acostumbre un poco a la
penumbra, pude ver que era uno de mis compañeros que estaba usando uno de los
ordenadores.
Pero, lo que no entendía es porque, quizás estaba adelantando
trabajo o quizás terminando algo que dejó a medias. No quise molestarle pero la
curiosidad pudo conmigo. Despacio y sin hacer mucho ruido me fui acercando,
pero un sonido peculiar detuvo mi marcha, del ordenador salían unos gemidos, al
estilo de las películas porno.
Me tape la boca para no reírme y llamar su atención, pues
enseguida supe que estaba pasando, mi compañero estaba viendo un vídeo
pornográfico en el ordenador, por un lado pensé en la vergüenza que él sentiría
si lo pillaba y por otro lado me hacía gracia imaginar la cara que pondría.
Me acerque un poco más y no puede evitar sorprenderme cuando
la luz de la pantalla se iluminó y vi. Que estaba masturbándose. Aquella visión
me excitó mucho, mi compañero era un chico muy agrádale y bastante atractivo,
alto fornido, pelo castaño y ojos pardos, muy simpático y gracioso.
No savia que hacer, por un momento se me ocurrió la idea de
acercarme y jugar con él, y por el otro irme como si nada hubiera pasado, pero
mientras decidía mi siguiente paso, él ya se había percatado de mi presencia.
Me miró sorprendido y no hizo nada por ocultar lo que estaba
haciendo, nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos que se hicieron
eternos. Acto seguido extendió su mano, pidiéndome la mía. Reaccioné por
inercia, me acerqué a él, se levantó apartó el teclado de la mesa y me sentó en
ella.
De fondo seguían escuchándose los gemidos de los protagonistas
de la película, él se sentó de nuevo en la silla, quedando entre mis piernas,
las cuales me hizo apoyarlas en los posa brazos de la silla.
Sin dejar de mirarme, posó sus manos sobre mis muslos y
remango mi falda hasta la ingle, acarició mi piel con sus dedos avanzando hasta
mi entrepierna, donde se detuvo en mi tanga. Con uno de sus dedos fue
deslizándolo por el centro de mi pubis. Sentí como presionaba mi clítoris y eso
me hizo encogerme de placer.
Al notar mi reacción continua con sus dedos hasta pasarlos por
debajo del tanga, estiro y me hizo levantarme un poco para quitármelos. Una vez
que mi sexo estaba desnudo frente a su rostro, hundió su lengua en él,
sujetándome firmemente de los muslos.
Lamió con pasión mi pubis y mi clítoris, y jugo con mis labios
vaginales como si de un caramelo se tratase, ya mis gemidos podían confundirse
con los de la película.
Yo no podía ni moverme del placer que su lengua estaba
produciéndome, acariciaba su pelo con una de mis manos invitándole a seguir,
entonces se detuvo y se metió lo dedos en la boca, así humedecidos, los
introdujo suavemente en mi vagina.
Me mordí los labios para evitar gritar de placer, su lengua
seguía paseándose y jugando con mi clítoris mientras sus dedos, entraban y
salían.
La película ya había terminado y ahora mis gemidos eran los
protagonistas, su lengua tan jugosa me hacía temblar cada vez que se deslizaba
por mi piel.
Sus movimientos comenzaron a ser más rápidos y constantes, yo
apenas podía aguantar más, ya empezaba a notar como mi cuerpo se estremecía y
entonces llegó el orgasmo. Me puse a temblar gimiendo muy alto, pero él seguía
lamiéndome y penetrándome con sus dedos.
La sensación era increíble, muy placentera. Cuando terminé él
se separó suavemente y me miro sonriente, yo me sonroje aunque con la poca luz
que había no podía percatarse de ello.
Por suerte para nosotros, ya nos habíamos vestido, cuando
apareció el guarda de seguridad, algo alarmado pues había escuchado unos
extraños ruidos. Nos miramos y soltamos una carcajada que el guarda no logró
entender.
Nos acompañó hasta la puerta para irnos, una vez a solas, mi
compañero me guiñó un ojo y me dijo con un susurro, me encantaría repetirlo.
Me volví a sonrojar y me quede allí viéndolo como se alejaba,
sinceramente a mí también me gustaría repetirlo.
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